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Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo
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Siglo XIX
La ciudad de Guadalajara debe al mecenazgo y a la filantropía de María Diega Desmaissieres, duquesa de Sevillano, condesa de la Vega del Pozo, uno de los mejores conjuntos arquitectónicos de fines del siglo XIX. La duquesa, en torno a 1881, encargó a Ricardo Velázquez Bosco la construcción de un vasto complejo de edificios, destinado a establecimientos benéficos y a panteón familiar, al sudoeste de la ciudad, a un lado del actual parque de San Roque.
El panteón, cuya cúpula de cerámica vidriada es uno de los hitos de la ciudad, refleja la influencia del arte del norte de Italia, combinando elementos orientales y occidentales, que dotan al edificio de cierta estampa bizantina. El panteón tiene planta de cruz griega, rigurosamente simétrica. En su interior, destaca el altar, presidido por un excelente calvario, pintado por Alejandro Ferrán; en la cripta, el imponente grupo escultórico, de Ángel García Díez, que representa el cortejo fúnebre de la duquesa. En todo el edificio, en cada detalle, con insistencia, se revela la riqueza de materiales y la perfección de su acabado. En contraste, en la bóveda de la cripta, de nervadura, casi plana, sobresale el alarde técnico.
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