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Capilla de Luis de Lucena
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Siglo XVI
En la cuesta de San Miguel, que sube desde Santa María hacia el centro de la ciudad, se encuentra uno de los edificios más interesantes de Guadalajara, una obra maestra de la arquitectura en ladrillo: la capilla funeraria de Luis de Lucena, también llamada de los Urbina o de Nuestra Señora de los Angeles.
Esta capilla, que estuvo adosada a la iglesia de San Miguel, ya desaparecida, revela la tradición mudéjar en el uso del ladrillo, pero su estilo caprichoso obedece al manierismo del siglo XVI. Fue fundada por el humanista Luis de Lucena y su construcción, tal vez trazada por él mismo, data de 1540.
El alcarreño Luis de Lucena, sabio humanista y erudito espiritual, planeó esta capilla como monumento a la Sabiduría –en el piso superior mandó instalar una biblioteca– y a la Espiritualidad –iconografía de sus pinturas murales–. En ella, trató de crear así el espacio idóneo –a modo de morada eterna– para sus restos mortales y los de sus familiares
En el exterior de la capilla de Lucena, unas torrecillas cilíndricas, bajo un extraño alero, simulan una obra militar. Se trata, probablemente, según Herrera Casado, de una referencia a la Fortaleza de la Fe o, tal vez, según Muñoz Jiménez, al Templo de Salomón.
El interior exhibe un estilo no menos caprichoso: en las pilastras, que introducen una mezcla de dórico y jónico, y en la tribuna que acoge la escalera de caracol que sube al piso superior. Las bóvedas, pintadas probablemente por Rómulo Cincinato, que también trabajó en el palacio del Infantado, desarrollan un programa iconográfico de características erasmistas y simbólicas.
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